Esta reseña sobre Vanitas no Carte contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 14: “Château de sorciére”
Vanitas y Jeanne se refugian del frío y las heridas en una cabaña. Al calor del fuego, comparten una manta mientras se secan sus ropas. Allí le confiesa la vampiresa que la Bestia de Gévaudan podría ser Cloe, una amiga de su infancia a la que debería haber ejecutado en su momento. Sin embargo, Jeanne no tuvo corazón para hacerlo y se siente culpable por las víctimas de la Bestia. A la mañana siguiente, se encuentran a los dhampiros. Dante ha visto a Cloe secuestrar a Noé y recoger el libro de Vanitas, pero les ha perdido el rastro. Todos juntos van a buscarlos.
En el castillo D’Apchier, Noé despierta violentamente: Cloe le está succionando sangre. Su sirviente los interrumpe y le entrega la ropa lavada, lo que le hace pensar a Noé que quizás son personas de las que deba escuchar su historia. No obstante, al entrar en el comedor, se encuentra una serie de autómatas musicales en la mesa y, para su incredulidad, a Naenia abrazada a la joven vampiresa.
Análisis: refugio y sensualidad
Vanitas no Carte ha presentado, prácticamente desde el principio, un romanticismo abiertamente sensual y erótico. Es erótico en un sentido elegante, romántico; no ocupa el primer plano de la historia y sus escenas están en perfecta armonía y equilibrio con la trama principal y el resto. Como alguna vez he escuchado, y no puedo estar más de acuerdo, el erotismo es delicadeza, es insinuación sin experiencia gráfica; todo lo que va más allá es del reino animal y recibe otro nombre.
Desde el primer beso robado, sin inhibiciones y con descaro, pasando por el momento en el que Vanitas acepta el deseo por la sangre, las lágrimas y el miedo de Jeanne, estos dos personajes han protagonizado escenas hermosas, sensuales, con un erotismo estético y espiritual, mimado en el juego de los límites y que crece, se enreda con las emociones de los personajes. De entre todas ellas, la promesa de amor de Vanitas, de matar a Jeanne si es devorada por el malnomen, y la de este capítulo, constituyen para mí las mejores -por el momento- en el manga y el anime.
Vanitas y Jeanne, amor y odio
La relación entre Vanitas y Jeanne es, cuanto menos, compleja, aunque puede resumirse en el cliché de la delgada línea entre el odio y el amor. A todas luces, esa es la dirección que toma el corazón de los personajes, hacia un sentimiento amoroso. En este punto, no adivinamos tanto de las emociones de Vanitas, ya que su personalidad se muestra como un misterio para el resto de personajes y para nosotros los espectadores. Respecto a Jeanne, las contradicciones son muy evidentes, su lucha contra unos sentimientos que la hacen rabiar pero no puede evitar.
No obstante, precisamente este episodio saca a la luz un doctor de los vampiros debilitado, frágil y expuesto. El giro argumental trastoca los roles entre ambos y Jeanne demuestra ser una mujer fuerte, llena de personalidad e iniciativa.
A modo de conclusión
Vanitas no Carte nos presenta uno de los momentos más románticos entre Jeanne y Vanitas. El valor original de esta escena reside en el cambio de roles, en la ruptura de la inocencia de la vampiresa, que se enriquece como un personaje multifacético. Por otro lado, la sensualidad evidente, como en otros momentos de la historia, es delicada y elegante, atrevida y contenida a un mismo tiempo; siendo esta una de las características definitorias de la serie.
Sobre Cloe, la estética y los secretos en torno a esta muñeca eterna, esperaremos al próximo capítulo.