Esta reseña sobre Hanyo no Yashahime: Sengoku Otogizoushi contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 4: “La puerta al pasado”
La cuarta entrega de Hanyo no Yashahime se centra en los preparativos y el viaje de las tres princesas semidemonios a la Edad Media japonesa. Towa ha decidido acompañar a Moroha y Setsuna a la época feudal para recuperar los recuerdos de esta última. Tras ultimar los preparativos, se despiden de la familia Higurashi con la promesa de regresar. Sin embargo, para pasar han hecho un trato con el demonio Cabeza de Raíz y quedan atrapadas en el túnel.
El Árbol de las Edades toma la apariencia de Kikyo y duerme al demonio para hablar con las tres jóvenes. Este les pide que maten al demonio bestia Kirinmaru y derroten a su padre, Sesshomaru, pero las jóvenes se niegan. Entonces despierta el demonio Cabeza de Raíz y deben enfrentarse a él para entrar en la época feudal. No obstante, si lo han derrotado, ¿cómo regresarán al siglo XXI?
Análisis: vórtice y vorágine
Si tuviéramos que sacar conclusiones globales, diríamos que el cuarto capítulo de Hanyo no Yashahime, ha sido, ante todo, vórtice y vorágine de misterios y respuestas. Señalo la analogía de un vórtice no solo en referencia al túnel del tiempo, sino porque cada pequeño misterio resuelto o con respuesta sugerida, abre un torbellino, una vorágine de nuevas preguntas. Al responder una duda, nos atrapan otras tantas más.
El mecanismo de la intriga siempre mantiene atento al espectador, más aún a los fans de la saga clásica. No obstante, sí he de acentuar que a veces echo de menos un poco de mesura y, sobre todo, me preocupa que repitan o expriman viejas historias como el sendero espiritual de Sesshomaru. Creo que no soy la única al experimentar cierto “enfado” al pensar en qué excusa van a poner para la crianza de Moroha sin Kagome, o en por qué el grupo de amigos se ha separado, ¡al punto de que sus hijos no se conozcan entre sí! Hay demasiados huecos y un solo episodio por semana…
Con todo, el capítulo ha sabido aumentar nuestra intriga, desarrollar un poco más el carácter de las tres chicas y regalarnos momentos tiernos, especialmente con papá Sota y Towa.
Pues sí, es Rin…
Parece ser que Hanyo no Yashahime ha optado por una trama sobre el tiempo que enreda al propio Sesshomaru y su drama personal con sus hijas y Rin. Muy a favor de todo lo que sea enfocar a este personaje tan complejo y maravilloso, solo espero que sepan darle un giro refrescante, nuevo, y no una involución de la bondad que ya había obtenido.
Que Rin iba a ser la madre de ambas jóvenes era lluvia con un cielo cargado de nubes grises. Sin embargo, tengo que reconocer que hay una parte de ese desarrollo que no me termina de encajar. Esto es, la historia de Rin y Sesshomaru sucede cuando ella es una niña inocente, por eso siempre pensé que la amaba profundamente de un modo más paternal, y que una relación amorosa en el futuro sería complicada, por muy adulta que ella fuese. Idea equivocada la mía, intento superar esa limitación para centrarme en el encanto de la trama.
Hay una bella durmiente dormida en el Árbol de las Edades, y la sombra de Sesshomaru merodea, acentuando la intriga. Ha sido muy triste verla así dormida.
Una petición a las princesas semidemonios y otros momentos
Hanyo no Yashahime ha sido muy sutil en este cuarto episodio. Las respuestas que lanza dan pie a más preguntas, y el resto son sugerencias. El Árbol de las Edades vaticina el futuro y cuenta la estrecha relación entre Kirinmaru y Sesshomaru, señalando que siguen el mismo camino equivocado o deseo; es decir, ¿Sesshomaru está interesado en torcer el tiempo? ¿Tiene que ver con Rin?
Las sugerencias no se detienen ahí, están salpicadas y escondidas desde el principio al final por todo el capítulo. Por ejemplo, Moroha reconoce que realmente no conoce o casi no conoce a Kagome, su madre.
Resulta también de obligado interés observar la relación de las tres protagonistas con el siglo XXI. Setsuna y Moroha se adaptan rápidamente y explotan habilidades artísticas y picaresca, mientras que Towa es la que debe readaptarse a los peligros de la época feudal. Al vencer al demonio Cabeza de Raíz, se confirma su poder, su capacidad.
A modo de conclusión
Hanyo no Yashahime depliega el uso de la sugerencia y de la respuesta como un nuevo foco de dudas. Nuevos misterios a raíz de la confirmación de Rin como madre de Setsuna y Towa. ¿Qué sucedió en el pasado para que estas tres jóvenes hayan crecido separadas de sus padres y sin apenas conocimiento de sus propios orígenes? ¡¿Dónde están Inuyasha y Kagome?!
Por otro lado, nos ofrece momentos tiernos en la despedida. El carácter sereno y amable de papá Sota nos recuerda a su madre aconsejando a Kagome en el pasado. La pequeña Mei, contra todo pronóstico, es para mí la que ha sacado el carácter de Kagome.