Esta reseña sobre Vanitas no Carte contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 9: “Chasseur”
Vanitas y Noé caen en la trampa de Roland Fortis. El vampiro está en problemas, especialmente cuando el “chausseur” descubre que el humano es Vanitas, pues está obsesionado con salvarlo y hacerle retomar el camino de Dios. Por suerte, Vanitas logra escapar de la celda, se interpone en el momento más crucial y logran huir. Sin embargo, Roland Fortis y sus dos acólitos les siguen el rastro.
Mientras descansan y se recuperan de las heridas, Vanitas confiesa a Noé que está buscando al doctor Moreau, un hombre tan perturbado que fue expulsado de los propios “chausseurs”. Al parecer los secuestros los han realizado sus humanos modificados, pues el botón que recuperaron tiene el número de sujeto de pruebas. Enseguida, Vanitas le cuenta a Noé que sus padres fueron asesinados por vampiros, que ingresó en la orden de los “chausseurs” y fue secuestrado por Moreau cuando era un niño. Tras esta confesión, traman un plan para acabar de un golpe con sus perseguidores, pero Noé no está de acuerdo en tomar a una de ellos como rehén. En su lugar, finge que Vanitas es su rehén, lo lanza contra Roland Fortis y tumba al “chausseur” en el suelo de un solo golpe. Acto seguido, se presenta y le explica que no vienen a atacar a los “chausseur”. Roland Fortis se sorprende y escucha la historia de Moreau y, contra todo pronóstico, acepta ayudarlos.
Vanitas los conduce hasta la entrada del laboratorio, donde Moreau los recibe con inmensa alegría.
Análisis: Acción y comunicación
Vanitas no Carte, como señalábamos en la reseña del capítulo 6, constituye una evolución muy interesante en Mochizuki. Mencioné- y subrayo todavía- dos cambios que apuntaban a una superación de Pandora Hearts:
- Una trama más accesible, una narración más agradable. Sin perder calidad en la historia, no la convierte en un laberinto de giros infinitos (al menos, de momento).
- Unos personajes principales cuya psicología se enriquece muchísimo con el juego maestro de la ruptura de roles y las múltiples facetas (muy logrado en Noé Archiviste).
Esta tendencia se mantiene y se enriquece un capítulo más, al punto de que, si hay algo que destacar, es el desarrollo de la amistad entre Vanitas y Noé, sus interacciones a lo largo de todo el episodio. Esto, junto al descubrimiento de algunos de los secretos de Vanitas, su origen y sus creencias personales, hacen la nueva entrega amena, divertida e interesante. La acción y los diálogos tienen un equilibrio ideal, pues la trama no se ralentiza, pero tampoco renuncia a la reflexión profunda. De hecho, nos invita a los espectadores a meditar a través de frases contundentes.
Todo el capítulo parece entregado a la comunicación y su importancia: Vanitas debe explicarse con claridad a Noé, Noé debe explicarse con claridad a Roland Fortis. Por último, destaca la personalidad sorprendente del “chausseur”, que dará para mucho más en la siguiente reseña.
Vanitas y Noé: riñas y confesiones
En este episodio hay un momento clave para entender que la amistad entre los protagonistas ha avanzado un paso más. Esto es, en el momento en el que Vanitas toma la mano de Noé y le explica claramente que han venido a por el doctor Moreau. En capítulos anteriores, el vampiro tiene que ir tras él y este da rodeos, envuelve los asuntos personales en secretismo y misterio. Por ello, esa comunicación directa indica un cambio esencial.
Poco antes, conversan. El heredero de la luna azul confiesa por qué no soporta a Roland Fortis. Al hacerlo, le está contando a Noé cuáles son sus creencias como individuo, así que ese momento breve no es trivial. Además, a efectos de comportamiento y verosimilitud, es un diálogo muy rico en reacciones y matices. Noé se burla, muestra, una vez más, esa inteligencia que va más allá del mero rol del protagonista inocentón. Sin duda, el intercambio de estereotipos es uno de los grandes logros de Mochizuki en esta historia, ya que consigue crear seres muy complejos y realistas.
Finalmente, adivina las preguntas de Noé por su expresión y le cuenta la historia de sus orígenes. Al hilo de las confesiones de Vanitas, subrayo una verdad profunda sobre la naturaleza de los humanos y los vampiros:
“Ambos son criaturas monstruosas e infinitamente egoístas“.
El doctor de los vampiros, en tierra de nadie, herido por vampiros y humanos, tiene una visión propia y única de la existencia. Lo interesante es que, en el momento típico de un anime en el que esperamos que diga que los vampiros y los humanos pueden ser buenos, dice lo contrario, apunta a su vileza, a su maldad.
Por último, es necesario apuntar a la comunicación gestual que existe entre ambos. Saben reconocer y reprocharse las caras, las expresiones y su significado emocional. Denota una conexión profunda desde el principio. Además, un momento pelean y al siguiente se compenetran para luchar. Tienen una relación tan humana, de hecho, que maravillan al propio Roland Fortis. Hay química, ¿a que sí?
A modo de conclusión
Vanitas no Carte presenta una nueva entrega en la línea de la calidad de las anteriores. El capítulo está diseñado para reforzar el desarrollo personal de Noé y Vanitas, así como su relación. También le da mucha importancia al tema de la comunicación, ya que es el diálogo el que nos lleva a la solución del conflicto entre “chausseurs” y nuestros protagonistas. Sin duda, un giro inesperado, repentino y muy gracioso, pero no falto de un significado profundo sobre la importancia de hablar apropiadamente con los demás.
Por último, destacaremos que las escenas de acción no pecan de excesos, la narración cautiva y los diálogos invitan a la reflexión, revelan más información de la que sospechamos. En cuanto a Roland Fortis, merecerá un espacio en próximas reseñas. Recuerden, queridos lectores, que Mochizuki trabaja intensamente el carácter de sus personajes.