Esta reseña sobre Vanitas no Carte contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 11: “Serment”
Vanitas tiene un encuentro con Jeanne, que le propone tener una cita. Para mayor sorpresa, esta le declara su amor. Sin embargo, se trata de una estrategia ideada por Dominique para que Vanitas pierda interés en molestar a Jeanne. La estrategia le sale mal, pues el joven de la luna azul no solo acepta la cita, sino que consigue despistarla y hacer que se divierta visitando lugares. Al final del día, en el Montmartre, un niño se cae y se hace sangre. La bruja del infierno pierde el control por un segundo, así que Vanitas se la lleva con ayuda de Dante y Domi, que los estaban espiando. Una vez solos y a salvo, Jeanne bebe su sangre y le confiesa que tiene miedo de perder la razón. Vanitas le promete que si no puede salvarla, la matará.
En cuanto a Noé, recibe la visita de Lord Ruthven, que lo lleva a hablar a una cafetería. Estando completamente solos, Ruthven ataca a Noé.
Análisis: juego y riesgo
Vanitas no Carte profundiza un capítulo más en las relaciones del elenco principal de personajes. En este caso, dedica el protagonismo a Vanitas y Jeanne. El episodio se divide en dos sucesos paralelos: la cita romántica y el encuentro de Noé con Ruthven. Escondidos, aparecen Domi y Dante, comentaristas del paseo amoroso, que dan un toque de humor y conectan con los espectadores.
Sin duda, lo más interesante es centrarnos, por ahora, en la cita entre Vanitas y Jeanne, que los hace avanzar un paso más en sus sentimientos. El doctor de los vampiros ha iniciado su acercamiento por puro capricho, porque es un ser que no está dispuesto a controlar sus deseos. De la misma forma, el juego también está presente en Jeanne, pero ella es más inocente y honesta, por lo que no logra engañar a Vanitas. En el juego de ambos está el encuentro sincero, y quien juega con fuego, reza el dicho, se quema.
El ambiente cómico y alegre de la cita va adquiriendo, conforme pasa el día, un matiz más profundo, porque Jeanne termina disfrutando del paseo y los lugares que visitan, al igual que Vanitas. Al atardecer, adquiere un toque más oscuro. Con el deseo de sangre, llega el erotismo y, como es habitual, se intensifica equiparando muerte y amor (thanatos y eros). La desesperación de Jeanne conmueve a Vanitas, y su juramento nos hace sospechar eventos futuros en los que tendrá que tomar la decisión de acabar o no con la vida de vampiresa.
Ese viaje del juego al amor, y de ello al juramento solemne de Vanitas está muy conseguido. No es una transición irreal, Mochizuki sabe desgranar las emociones con coherencia. Por último, hemos de notar los pequeños detalles: en un París alternativo (tan estupendamente diseñado) no es escogida la torre Eiffel para la exposición universal de 1889. Es una prueba más del mimo y la atención en la trama, una constatación de que estamos en una realidad paralela.
A modo de conclusión
Esta entrega de Vanitas no Carte dedica su atención al interés romántico que existe entre nuestro doctor protagonista y la vampiresa Jeanne. Se trata de juego que desemboca en una tensión romántica real, muy bien desarrollado, coherente y mimado en todos sus aspectos, desde lo psicológico a lo estético. El encuentro erótico y el juramento de Vanitas a Jeanne nos deja con intriga y preguntas: ¿hacia dónde van los sentimientos de estos dos personajes?
Por otro lado, el diseño de París en una realidad alternativa sorprende. Otra vez, la autora de esta historia repara en los detalles y nos avisa a través de ellos. En este caso, la torre Eiffel no ha sido la elegida para la exposición universal de 1889. También, de nuevo, la calidad de la animación despliega el color sobre la ciudad de París por la que pasean dos “enamorados”.