Esta reseña sobre Hanyo no Yashahime: Sengoku Otogizoushi contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 12: “La noche de luna nueva y Towa de cabello negro”
Hanyo no Yashahime estrena su duodécima emisión con el complot de Konton para derrotarlas o averiguar información sobre sus puntos débiles. Para ello, le encarga el trabajo a su subordinado Nikosen, también semidemonio. Este prepara la trampa en una montaña, atrayendo la atención de los exterminadores y cazarrecompensas. Sin embargo, es el peor momento posible, pues Towa sufre la maldición de la luna nueva y se vuelve humana.
Tras el engaño de Nikosen, cuya cabeza se puede separar del cuerpo, Moroha y Towa se esconden en una cueva, mientras Setsuna y los exterminadores rodean con fuego la montaña. Las llamas alcanzan la barrera que ha puesto Moroha, por lo que el enemigo las encuentra. Al luchar con ventaja, Nikosen las petrifica; no obstante, Setsuna las encuentra y las salva. La pelea se prolonga hasta el amanecer y, justo en ese momento, Towa recupera su poder demoniaco. Gracias a ello, derrota al adversario.
Análisis: Reminiscencias, guiño y herencia
Hanyo no Yashahime se ha perfilado desde el principio como heredera de Inuyasha, acepta su legado, vierte paralelismos y guiños todo el tiempo. No por ello pierde la independencia, sino que sabe abrirse nuevos caminos. Esta máxima parece guiar la serie desde el primer capítulo con bastante coherencia. En este sentido, era inevitable traer el recuerdo de Inuyasha en la luna nueva. Towa, su sobrina, hereda esta condición.
Aunque la explicación de por qué Moroha y Setsuna no se ven afectadas es medianamente convincente, resulta enrevesada. En especial, da la impresión de que todos los agujeros de guion se los puede comer, literalmente, la Mariposa de los Sueños, pero, al menos, se toman su tiempo para responder las dudas lógicas del espectador.
Por otro lado, Moroha ha obtenido un papel más decente en este episodio. Ya expresábamos en la reseña anterior que el papel secundario y cómico que le estaban dando últimamente se estaba cargando a un personaje de enorme potencial, así que es de agradecer y ojalá sea una rectificación en firme.
Towa de cabello negro
Inuyasha de cabello negro, sobre las rodillas de Kagome, creó la primera emoción romántica que tuvo esta hacia él. El humano era sincero, un muchacho de su edad, con debilidades y atractivo. En Hanyo no Yashahime no hay romanticismo, pero sí un intenso amor fraternal por parte de Setsuna, que observa desde el principio los síntomas de Towa y se preocupa.
Además, sale a la luz una faceta humana y desconocida de Towa: se reconoce a sí misma débil, humana y, sobre todo, expresa abiertamente su lado más femenino. Podríamos reflexionar bastante sobre este punto, pero ha sido tan breve que no sabemos hacia dónde quieren llegar los guionistas. Con todo, recordemos que Inuyasha mostró sus secretos, confesó sentir atracción por Kagome; en este sentido, Towa confiesa lo que siempre esconde, sus sentimientos de chica.
A modo de conclusión
Hanyo no Yashahime revela el talón de Aquiles de los semidemonios. Towa hereda la condición de Inuyasha con la luna nueva, excluyendo a Setsuna y Moroha por razones algo enrevesadas. En el mar de confusión emocional que le provoca su repentina humanidad, Towa se expresa como no suele hacerlo.
En este capítulo, Moroha recupera un poco su papel. Recordemos que Moroha es interesante por derecho propio, independientemente de ser hija de los anteriores protagonistas. Ese carisma inicial con el que la dotaron es el que la hace un personaje tan atractivo.