Un grupo de artistas –Sarah Andersen, Kelly McKernan y Karla Ortiz– han presentado una demanda colectiva contra Midjourney y Stability AI, empresas que están detrás de las herramientas artísticas de inteligencia artificial (IA) Midjourney y Stable Diffusion, y DeviantArt, que recientemente lanzó su propio generador de arte de inteligencia artificial, DreamUp.
La demanda alega que estas empresas “violaron los derechos de millones de artistas” al utilizar miles de millones de imágenes de Internet para entrenar su herramienta de arte de IA sin el “consentimiento de los artistas y sin compensar a ninguno de ellos“. Estas empresas “se benefician comercialmente y obtienen abundantes beneficios del uso de imágenes protegidas por derechos de autor“, alega la demanda. “El daño a los artistas no es hipotético“, dice la demanda, señalando que las obras creadas por el arte generativo de IA “ya se venden en Internet, desviando comisiones de los propios artistas.”
Las tres demandantes son artistas cuyas obras se han utilizado para entrenar estas herramientas de IA generativa. Andersen es la creadora del webcómic Sarah’s Scribbles. McKernan es un artista a tiempo completo cuyas obras han sido expuestas en galerías y que realiza ilustraciones para cómics, libros y juegos. Ortiz es una artista conceptual e ilustrador entre cuyos clientes se encuentran Marvel Film Studios y Wizards of the Coast.
El abogado Matthew Butterick presentó la demanda, en colaboración con Joseph Saveri Law Firm, un bufete californiano especializado en derecho antimonopolio y demandas colectivas. El blog del litigio Stable Diffusion describe Stable Diffusion, y la IA generativa como ella, como “un parásito que, si se le permite proliferar, causará daños irreparables a los artistas, ahora y en el futuro“.
Puede ser difícil determinar si las herramientas artísticas de IA violan o no la ley de derechos de autor. Las imágenes de estas bases de datos masivas, de las que estas herramientas de IA “aprenden”, pueden estar protegidas por la doctrina del uso justo. Como informó The Verge, es complicado evaluar tanto las “entradas” (las imágenes extraídas de estas bases de datos) como las “salidas” (las imágenes que crean los generadores de arte de IA) para determinar si se infringen los derechos de autor.
Fuente: Polygon
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