Esta reseña sobre Vanitas no Carte contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 10: “Cicatrice-Nº 69”
Vanitas saluda efusivamente al doctor Moreau. Para sacarle información, deben adularlo y evitar la confrontación. De esta forma, averiguan que Moreau cuenta con un mecenas misterioso y relevante para sus experimentos. Sin embargo, Noé pierde los nervios y lo ataca, provocando que huya con el hombre de la máscara que apareció junto a Charlatan y Naenia en el baile de máscaras. Justo antes de irse, el doctor le pregunta a Vanitas sobre el paradero de otro chico al que llama 71 y que, al parecer, se escapó con él y el vampiro de la luna azul hace años.
De una habitación sellada aparece un vampiro con el malnomen “prédateur”. Noé ayuda a Vanitas a reaccionar, pero este dice que es demasiado tarde para salvar al vampiro maldito. Sin embargo, Noé insiste y acaban entrando en la boca de la sombra para curar al vampiro en su interior. Lo logran por muy poco, pero tienen que huir enseguida porque el laboratorio explota. Entonces, Roland les pide que huyan para no implicarse en interrogatorios, que él entregará los vampiros curados al conde Orlok. El joven “chausseur” se entusiasma al descubrir que las amistades entre vampiros y humanos son posibles y le confiesa abiertamente sus dudas a su compañero Olivier. En el exterior, Vanitas y Noé descansan al fin.
Por último, tras el ending, descubrimos que el personaje que protege a Moreau es Lord Ruthven.
Análisis:
Vanitas no Carte cierra el caso de las catacumbas en su décima entrega. A decir verdad, el capítulo ofrece no pocos momentos dignos de análisis, sobre todo, en relación a la caracterización de Moreau y las reacciones de Roland Fortis. Por otro lado, la amistad entre Vanitas y Noé, como ya apuntábamos en la reseña anterior, logra reforzarse en la oscuridad de las catacumbas, o más que reforzarse, yo diría que es aquí donde comienza a forjase. En episodios anteriores, hay un muro insalvable en Vanitas y una curiosidad voraz en Noé Archiviste, pero al salir al la luz, confían en la espalda del otro para descansar y Noé se hace preguntas más profundas y correctas:
“Podría ser que…Aquel que busca la salvación más que nadie, quien ora por ella, ¿no es el mismo Vanitas?”
Hay un hermoso momento de reflexión y descanso. El final está cargado de melancolía, los pensamientos de Noé son acompasados por la melodía, el lento caer de las hojas y una luz desbordante que se refleja en las corrientes del Sena. En este punto, precisamente, hay que destacar el despliegue visual del capítulo: la animación ha tenido momentos muy hermosos, llenos de color, movimiento y detalles. Concretamente, me vienen a la cabeza dos momentos: en las fauces del “prédateur” y en la ya comentada escena.
- El interior del “malnomen” y la apertura del libro de fórmulas ha sido espectacular. Hay un trabajo artístico de fondo muy importante.
- La luz solar del mediodía es desbordante, muy realista. Las hojas que van cayendo tienen un nivel de detallismo asombroso, pues se ve el dibujo de las venas, el color no es uniforme y algunas caen rotas, agujereadas por insectos.
El loco y el adulador
¿Alguien recordó al Conde de D. Gray Man? Por supuesto, en lo que se refiere al diseño de Moreau, y salvando las enormes distancias, porque estamos ante un antagonista muy secundario y simplón. Normalmente, topar con enemigos histriónicos es un clásico del anime, pero hay un elemento radical que lo cambia todo y que, en lo personal, me ha gustado: la actitud de Vanitas.
Lo que da cierta frescura y originalidad al doctor Moreau es que, a diferencia de otros animes, en los que se asume a estos personajes como algo “normal” contra lo que luchar, Vanitas señala su locura como el impulso fundamental del personaje. Nada de escándalos, el doctor de los vampiros es, ante todo, doctor, y sabe ajustarse a la personalidad de los otros. Mirar a Moreau como un loco lo tuerce todo: al loco se le mira por encima del hombro, se le sigue la corriente y averiguamos de él quién es el enemigo real.
Sin embargo, la personalidad de Noé y Roland no permiten que Vanitas prosiga. Esto no es tanto por su carencia de sangre fría como por su deseo de defender el honor de su amigo.
Esbozo de Roland Fortis
Roland Fortis, sin hacer spoiler, es un personaje muy singular. Su mente y sus creencias están abiertas a aceptar que sus ideales estaban equivocados con pasmosa habilidad. Esto es así porque la fuerza del personaje no viene de los “chausseurs”, sino de sí mismo. Tiene una relación directa con Dios, al que moldea de acuerdo a sus deseos.
La pureza radical de su naturaleza lo hace inocente y consciente a un tiempo- razón por la que quizás conecte tan bien con Noé-. Sonríe, es alegre y directo, pero también sabe cortar a Olivier. Una posible traducción de lo que hablan podría ser un “Ollivier, me da igual lo que digan los altos cargos. A ver quién se me enfrenta, que aquí le espero”. Sí, Roland sonríe, pero cuidado con lo que esté tramando.
Por suerte para nuestros protagonistas, este querubín diabólico se ha puesto de su parte. (“Diabólico” en el sentido de que es un enemigo temible).
A modo de conclusión
Una semana más, Vanitas no Carte nos deleita con su narración, su historia y el modo en el que se está animando. Noé y Vanitas entablan una amistad en las catacumbas, donde, al fin, Vanitas comienza a revelarle secretos y deja de dar rodeos sobre los misterios que envuelven su vida (o una parte de ellos, al menos). A la salida, Noé Archiviste se replantea las preguntas sobre el doctor de los vampiros, se acerca un poco más al heredero de la luna azul.