Quizás uno de los conceptos más recordados de la película Men in Black (Hombres de Negro), más allá de los extraterrestres, es el “Neuralizador“, un “dispositivo reposicionador antisináptico neurotransmisor electro biomecánico” que emite una luz que borra la memoria de la persona sobre la que se utilizó. Pocos se imaginaban en aquel entonces que desde Japón comenzarían las primeras investigaciones sobre una mecánica similar.
Un estudio reciente de la Universidad de Kioto en Japón ha complicado un poco las cosas con su reciente investigación en ratones. Los resultados se publicaron el 11 de noviembre en un artículo para el portal Science titulado “Stepwise synaptic plasticity events drive the early phase of memory consolidation (Los eventos de plasticidad sináptica escalonada impulsan la fase inicial de la consolidación de la memoria)” y en donde se reportó que los científicos consiguieron relajar las sinapsis recién creadas (las conexiones neuronales responsables de la formación de recuerdos).
El estudio consistió en que los ratones aprendieran que si entraban en una cámara oscura anexa a su hábitat luminoso, recibirían una descarga eléctrica. Los ratones aprendieron que recibirían una descarga al entrar, y por ello se volvieron cautelosos y temerosos en torno a la cámara oscura. Los que tenían sus recuerdos deshechos con el tratamiento, en cambio, entraban en la cámara oscura felizmente como si nunca hubieran estado expuestos a ella.
Lograron este resultado utilizando una proteína derivada de las anémonas de mar que producen átomos de oxígeno destructivos en respuesta a la exposición a la luz. Esta proteína se introdujo en los ratones mediante un virus inofensivo, tras editar la proteína para reducir los efectos dañinos de los átomos de oxígeno. En lugar de dañar las vías neuronales, ahora sólo las relajan, impidiendo que se pueda acceder a los recuerdos recién formados.
Los nuevos recuerdos se crean a partir de la experiencia, como la de los ratones al entrar en la habitación oscura y recibir una descarga. Estos recuerdos se transfieren por el cerebro a través del sueño, donde entran en la memoria a largo plazo. En el caso de este experimento, se inyectó a un ratón la proteína SuperNova modificada y se le introdujo una fibra óptica en el cerebro para estimularlo con luz. Tras introducirlo en la cámara de choque con otros ratones de control, a este ratón se le estimuló el cerebro con luz justo después de recibir el choque para que se borrara la información recién aprendida. Después de dormir y volver a la habitación, no demostró miedo como los otros ratones.
Los científicos también probaron a borrar la memoria de otra manera, proyectando una luz sobre otra parte del cerebro, la que convoca recuerdos más lejanos. Dos días después de la experiencia de aprendizaje, consiguieron borrar lo que el ratón había aprendido. Sin embargo, al cabo de 25 días, había pasado demasiado tiempo y los recuerdos se habían consolidado en el cerebro. Utilizando los conocimientos derivados de experimentos anteriores, los doce autores de este estudio (Akihiro Goto, Ayaka Bota, Ken Miya, Jingbo Wang, Suzune Tsukamoto, Xinzhi Jiang, Daichi Hirai, Masanori Murayama, Tomoki Matsuda, Thomas J. McHugh, Takeharu Nagai y Yasunori Hayashi) demostraron con éxito que la formación de la memoria a largo plazo puede detenerse o incluso revertirse en un periodo localizado.
Fuente: Science | Japón
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