Una mujer de unos 30 años, antigua miembro de la segunda generación de la Iglesia de la Unificación, fue entrevistada y relató su infancia, cuando sus padres la obligaron a creer en la fe. Había muchas restricciones en su vida, como el amor y las series de anime, y si hacía algo contrario a la doctrina, era sometida a estrictas amonestaciones. La mujer dijo que “me quitaron todo lo que había en mi vida“.
El portal NTV NEWS entrevistó a una ex creyente de segunda generación de unos 30 años, cuyos padres eran miembros de la llamada Iglesia de la Unificación. Ella dijo: «(En mi infancia) pensaba que las doctrinas de la Iglesia eran absolutamente necesarias de seguir, que lo era todo en el mundo. No había lugar a dudas porque no había conocimiento comparativo». (Para la entrevista, se censuro su rostro y su voz por temor a represalias)
Hubo muchas restricciones en su vida, pues comentó: «Incluso si quería ver una serie de anime popular, me decían: “No puedes ver eso porque es un dibujo animado de Satán (satánico)”. Si lo llegaba a mirar me decían: “Tus ojos se han ensuciado”, y me lavan los ojos». No sólo abarcaba la animación, sino también el romance, pues señaló: «No se me permitía tener una vida amorosa libre. Tuve mi primer novio cuando estaba en el instituto, pero mi madre se enteró. Me dijo que ayunara y no me dejó comer. Me dijo que me arrepintiera por tener una relación con un hombre y una mujer en contra de la doctrina de la Iglesia de la Unificación».
La propia devoción de su familia fue la que llevó a la casa a la quiebra, pues comentó: «Me educaron con el temor de que “si desobedeces las enseñanzas, irás al infierno”, así que no tuve más remedio que creer en ello. Sin embargo, mi familia quedó entonces en bancarrota financiera debido a las donaciones. Incluso sentí que mi vida corría peligro, por lo que me fui de casa al mismo tiempo que empecé a trabajar y abandoné la Iglesia».
En cuanto a la coacción de los niños para que crean, el profesor Kimiaki Nishida, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Rissho, que investiga los temas relacionados con las sectas, afirma: «(Los niños) no tienen la libertad de no creer. Se les lleva a las actividades de reclutamiento y a los estudios doctrinales sin ninguna elección y se les obliga a ello. Hay muchos asuntos que encajan en la definición de los llamados abusos a menores».
En cuanto a las contramedidas, dice: «Los centros de orientación infantil y los especialistas de este tipo tampoco tienen conocimientos (sobre cuestiones religiosas). Creo que debemos formar a personas con conocimientos especializados y ser proactivos a la hora de intervenir en estas situaciones».
Fuente: Yahoo! News Japan
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