lightbulb_outline ¡Advertencia! Esta reseña sobre Fruits
Basket capítulo siete contiene spoilers. Si
aún no has visto el episodio, te recomiendo que vayas a checarlo y después
regreses a leer la reseña.
Llega la primavera
Esta semana en el capítulo siete de Fruits Basket, Siguiendo las instrucciones de Hatori, Tooru llega a la residencia Souma. Momiji es quien se encarga de guiarla, ya que Hatori, aprovechando las preparaciones para el año nuevo, se ha tomado la libertad de citarla en su consultorio. Ya reunidos, este le dice a Tooru que por su bien debe alejarse de los Souma y su maldición. Esto al principio es desconcertante para Tooru pero al escuchar la historia de Hatori de boca de Momiji comienza a entenderlo. Finalmente el propio Hatori recuerda su pasado y al ver a Kana, acaba aceptando a Tooru. Al despedirse Tooru no puede evitar preguntarse si está bien que no haga nada por los Souma y su maldición, pero Shigure detiene su temor. Por ahora lo mejor es seguir así y atesorar los momentos juntos.
La maldición de los Souma
Lo primero que tengo que decir es que este es un capítulo muy emocional y que ayuda a poner en perspectiva muchas cosas. Puesto que si les soy muy sincera, cuando vi este anime hace tiempo nunca pude acabar de entender la importancia de la maldición. Pero no solo su importancia, en ese tiempo ni siquiera era consciente del enorme peso que representaba. Desde luego era un pensamiento sumamente simple el pensar que la maldición era la transformación. Incluso el episodio de Hatori en ese entonces no termino de hacerme entender las cosas. Muy diferente al capítulo de esta nueva versión, que de hecho retrata muy bien el peso de la maldición. Una vez más abro mis ojos a lo terrible que es no poder abrazar al sexo opuesto. Un abrazo, la representación más pura y sincera de amor, cariño y cuidado, les ha sido negada.
¿Pueden siquiera imaginar lo que es no poder abrazar a su madre o padre, a un amigo cercano o a su pareja? El solo pensarlo me genera un enorme sentimiento de soledad. Y nuevamente confirmo que el eje en el que vira esta serie, es justamente la soledad. Así pues, la maldición de los Souma no es la mágica transformación en animales, es algo más elemental: se trata de la exclusión y la soledad de ser diferentes. Entonces aquel sentimiento de “normalidad” que todos damos por sentado, es algo ellos no pueden siquiera llegar a experimentar. Además la historia de Hatori nos demuestra otro punto importante de esta maldición: cómo afecta a los que nos rodean. Cuando Hatori fue herido, Kana se culpó a sí misma, su culpa fue tanta que acabo enfermando. Al final uno de los peores castigos para ambos es que ni siquiera podían abrazarse para consolarse.
“¿Este es
mi castigo?”
Siguiendo un poco con esto, les confieso que Hatori es uno de mis personajes favoritos. Puede parecer severo y quizá muchos se llevaron la idea errona de él por las palabras de Yuki y esa “amenazante” llamada a Tooru. Pero confió en que con este episodio todos pudieran ver la amabilidad que posee. Él es uno de los signos que ha sido lastimado por la maldición, y en consecuencia no desea que más personas salgan heridas. La principal razón por la que Hatori quería que Tooru se alejara de los Souma es porque no desea que la historia de Kana se repita. Ya que gracias a ella, él conoció el amor y también el arrepentimiento. Hatori se enamoró de la dulzura y sencillez de Kana, ella fue la calidez que despertó su corazón. Por lo tanto cuando Kana enfermo por la culpa, fue él quien tuvo que aliviar su mal.
Por primera
vez Hatori experimentó la culpa y el arrepentimiento por sus acciones pasadas. Tener
que borrar las memorias de Kana con sus propias manos le hizo comprender el
dolor que seguramente antes había causado. Por vez primera cuestiono sus
decisiones de solo seguir instrucciones. Lo que le hizo a Yuki y Momiji (guiño
por la triste referencia) comenzó a pesar enormemente en su conciencia a partir
de ese momento. Y así, su sentimiento de
culpa escalo hasta desembocar en la única respuesta que hallo: ese era su
castigo. Tantos años haciendo lo que le ordenaron, y lastimando personas en el proceso,
no quedarían impunes. Encontrar y perder a su persona más importante fue el
castigo que el destino eligió para él. Un castigo que aceptaría gustoso si eso
le daba paz a ella. Si lo único que necesitaba para devolverle su sonrisa era
desaparecer, lo haría.
“Cuando la
nieve se derrite… llega la primavera”
Después de
tanta culpa y algo de melancolismo, hablemos de la conciliación. Porque si bien
la maldición es algo a tener en consideración, también debemos pensar en el
porvenir. Una de las principales razones por las que Hatori acepto el destino
de borrar las memorias de Kana, fue porque confió en que eso le devolvería la
sonrisa. Y de hecho eso pasa, tras dos años de no verla, ocurre el encuentro
casual y ella sonríe como antes. Para Hatori esa es la mejor recompensa a su
sacrificio. Nuevamente las palabras de Kana se hacen presentes en su mente, ya
que sin importar lo malo o lo triste, tiempos mejores llegaran. Ningún invierno
es para siempre, sin falta llegara la primavera. La fuerza de esta máxima es
tal que al oírla de Tooru, ya no duda en depositar su confianza en ella.
Que Tooru
le repitiera las mismas palabras que Kana le dijo antes, despertaron en Hatori
un sentimiento de empatía. Quizá Tooru sea la indicada para acompañarlos en
esta maldición. Ella misma empieza a cuestionarse su participación gracias a la
historia de Hatori. Sin embargo decide no darle muchas vueltas y atesorar el
presente. Probablemente llegue el día en que deberá actuar, pero hasta que ese
momento llegue ella continuará atesorando su tiempo a lado de los Souma. Sin importar
si está siendo usada o no, ella permanecerá con su nueva familia. Por ahora los
planes de Shigure y Akito permanecerán en las sombras. Pero no importa, Tooru
no tiene intención de dejar a sus amigos en el frío invierno. Ella permanecerá siendo
la primavera que caliente sus corazones, al igual que lo fue Kana para Hatori en su momento.
Comentario final
Es necesario
decir que amo mucho este capítulo. Como ya mencione antes, Hatori es uno de mis
personajes favoritos y su historia es una de las que más consiguen llegarme. Si
tuviera que decir quién es el signo más amable, yo diría que Hatori se los
lleva de calle a todos (incluyendo a Kureno, de quien ya hablaremos en su
momento). La amabilidad de Hatori es por sobre todo, dolorosa. Porque acaba hiriéndose
a él mismo con cada decisión que toma, buena o mala. El momento en que Tooru
llora por la historia de Hatori, totalmente me representa. Les confieso que aun
ahora, guardo sentimientos complejos hacia a Akito por haber provocado
directa/indirectamente la ceguera parcial del ojo izquierdo de Hatori.
En fin, es tiempo
de lo que todos vimos y pocos entendimos. Precisamente hablo de la escena, casi
final, donde Tooru está por abandonar la residencia Souma y ve pasar una
limusina. Dentro de esta iba nada más y nada menos que: Akito. Pero bueno eso
era muy obvio, en realidad la verdadera novedad es quien iba a su lado. Aquel hombre
era Kureno, y perdón por el spoiler pero es un detalle muy importante. En la
serie del 2001 no pudimos conocerlo, y créanme cuando les digo que es un
personaje muy importante así que no lo olviden.
Finalmente y para ir cerrando esto. Les recuerdo que el siguiente capítulo estará a cargo de Miyu Hikari, y yo volveré para el noveno. Ahora sí, díganme: ¿Qué les ha parecido este episodio? ¿Ustedes serían capaces de borrar los recuerdos de su persona más importante? ¿Podrían vivir cargando con la maldición de los Souma? La primavera para los Souma aun parece lejana, ¿es igual para ustedes o ya están en ella?