Hoy recordamos que hace un año, en marzo de 2023, las redes sociales se vieron sacudidas por un evento que dejó perplejos a muchos aficionados del popular anime “Kimetsu no Yaiba” (Demon Slayer). La noticia de que un hombre había sido acusado de alterar y vender sin permiso figuras de personajes de la serie provocó un revuelo en la comunidad en línea.
El individuo en cuestión, un fisioterapeuta oriundo de la Prefectura de Wakayama, fue puesto a disposición judicial por presuntamente infringir la Ley de Propiedad Intelectual. Se le acusó de alterar figuras de personajes como Nezuko Kamado y venderlas en una subasta en línea. Sorprendentemente, las modificaciones incluían reemplazar partes de las figuras con elementos de otras completamente diferentes.
Según los informes policiales, este hombre habría realizado al menos cuatro de estas figuras modificadas sin autorización, las cuales fueron vendidas por un total de 32,400 yenes (aproximadamente 240 dólares estadounidenses). Se estima que desde 2017, el acusado había estado llevando a cabo estas modificaciones de forma repetida, vendiendo más de 550 artículos de este tipo y obteniendo ganancias totales superiores a los 4.5 millones de yenes (más de 33 mil dólares).
En un giro sorprendente, el acusado admitió los cargos y explicó su motivación: “Mi esposa me dijo que tirara las figuras que coleccionaba como pasatiempo, así que las alteré y las puse en exposición en Internet, en donde terminaron vendiéndose. Así que continué haciéndolo para ganar dinero extra“.
Esta noticia no pasó desapercibida en los foros de comentarios en Japón, donde los usuarios expresaron una variedad de opiniones. Algunos expresaron sorpresa por lo extrañas que lucían las figuras modificadas, mientras que otros condenaron enérgicamente la práctica de vender productos falsificados o alterados. Hubo también quienes reflexionaron sobre la legalidad de este tipo de modificaciones y la importancia de respetar los derechos de autor.
En resumen, este caso de las figuras alteradas de “Kimetsu no Yaiba” sirvió como una llamada de atención sobre los límites legales y éticos en la comunidad de coleccionistas de anime y manga. Aunque el debate sobre la práctica de modificar figuras continúa, este incidente dejó claro que las autoridades están atentas y dispuestas a tomar medidas contra aquellos que infringen la ley de propiedad intelectual.
Fuente: Otakomu