Esta reseña sobre Hanyo no Yashahime: Sengoku Otogizoushi contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.
Capítulo 9: “Meifuku, el meioju”
Esta semana en Hanyo no Yashahime, las tres princesas semidemonio se enfrentan a uno de los Cuatro Peligros, Konton, por encargo de Jyubei. Al principio, Setsuna y Towa no quieren ir, pero enseguida cambian de opinión, ya que quieren usar el dinero para poner una recompensa por la Mariposa de los Sueños. Una vez están frente al enemigo, el demonio Meifuku las envuelve en una nube para salvarlas de un poderoso hechizo que usa Konton.
Lejos de la batalla, Meifuku les cuenta que persigue a Konton porque asesinó a su padre y se quedó con su caparazón, que usa de escudo ahora. Su objetivo es vengarlo, pero se siente impotente y débil. Pronto, mientras hablan, Konton y sus sirvientes les dan alcance. Durante la lucha, este hiere a Setsuna y desarma a Moroha, pero Meifuku hace de escudo con Towa, por lo que resiste el ataque. Entre ambos, logran derrotar al demonio; sin embargo, a pesar de la ayuda del espíritu de Meioju y de las otras dos princesas, Konton logra escapar. Al menos, el padre de Meifuku logra descansar en paz.
Análisis: Espíritu de constancia, espíritu de superación
Hanyo no Yashahime se acoge de nuevo a la predicción del Árbol de las Edades: el destino enreda una y otra vez a las tres jóvenes en la lucha contra los sirvientes de Kirinmaru, a pesar de su negativa inicial. En su novena entrega, la serie combina magistralmente todos los ingredientes propios de su predecesora, y nos ofrece un avance en la trama a la par que una historia paralela, crecen las protagonistas y se profundiza en su relación. Adaptar e integrar todos esos elementos en un solo episodio, coherente y entretenido, subraya la calidad de la historia, una vez más.
Por otro lado, los guiños a Inuyasha continúan con la aparición de Meijou. La historia del niño- niño en términos demoníacos- que persigue al asesino de su padre, nos trae además el recuerdo de Shippo. No obstante, ni Takechiyo logra el paralelo, porque Shippo solo hay uno (¡y, por favor, que aparezca ya!).
También interesante, el capítulo se quiere centrar en el valor y la superación del miedo, contándonos la tierna y terrible historia de Meifuku, que se ve débil a sí mismo, pero no cesa en su empeño de perseguir al demonio que asesinó a su padre.
Otros comentarios aleatorios
Las dosis de humor y la relación entre las tres protagonistas amplía su fondo un poco más, como es natural en cada nueva entrega. No hay duda de que la sangre une a las hermanas gemelas, pero Moroha se reconoce a sí misma aún aislada, y lamenta esa soledad.
Un giro atractivo en Hanyo no Yashahime es reconocer que el espectro del yokai japonés está más que explotado por la saga clásica. La serie ha optado por ampliar el repertorio e indagar en los demonios del continente, haciendo incluso referencias a magias antiguas. De nuevo, la idea está muy clara: beber de las raíces y ofrecer novedades.
Por último, merece la pena comentar el momento en el que Moroha se entretiene en dar las explicaciones que ya todos conocemos para convertirse en Beniyasha. El ataque de Konton parece un aviso: ¡no sobreexpliquemos! ¿Es un intento consciente de superar ese cliché o una acertada casualidad?
Capítulo 10: “Las Perlas Arcoíris dorada y plateada”
Hanyo no Yashahime estrena su décimo capítulo con las tres protagonistas en una nueva misión de Jyubei. Los hermanos demonio Kinka y Ginka han destrozado una aldea porque todos los días luchan entre ellos por la zona, por lo que hay una recompensa. Una vez los encuentran, estos explican que en su tribu, el cuerpo nace con dos cabezas, y una debe devorar a la otra, por lo que no podrán dejar de pelear hasta que uno de ellos muera. Pronto, se percatan de que Setsuna y Towa poseen las “perlas arcoíris” dorada y plateada, por lo que se retiran y planean robárselas más tarde.
Agasajadas por unos campesinos que creen haber sido librados de los demonios por las jóvenes, son poseídas por los hermanos, que consiguen las perlas y huyen. En su guarida, le presentan sus respetos a la líder de la tribu, Joka, pero esta decide traicionarlos y absorberlos junto a las perlas.
Inesperadamente, Kinka se rebela contra Joka para salvar a su hermano. Es entonces cuando los alcanzan Setsuna y Towa. Al observar la agonía de los hermanos, Setsuna recupera recuerdos borrosos. Para comprenderlo mejor, esta se alía con Kinka para vencer a Joka. Sin embargo, en la batalla, aunque vencen a la líder de la tribu, ambos hermanos acaban muriendo.
Análisis: Hermanos
Hanyo no Yashahime alcanza su décimo capítulo con una historia que no puede dejarnos indiferentes. La historia de los hermanos gemelos es un espejo para Towa y Setsuna, a tal punto, que esta última recupera fragmentos de su memoria perdida. Lo que Setsuna experimenta es una catarsis con el dolor de Kinka, y lejos de huir, toma la decisión de profundizar, de entender el significado a través de la batalla. Sin embargo, heredera del orgullo de Sesshomaru, guarda sus reflexiones para sí misma.
En líneas generales, esta entrega no debe despistarnos, porque las historias paralelas también están aportando datos. El origen de las “perlas arcoíris” dorada y plateada está en la tribu de demonios Ka, y Sesshomaru parece ser quien se las habría quitado.
Plata y oro
La dualidad de los hermanos Kinka y Ginka es interesante a muchos niveles, podríamos extendernos por la coherencia y la cohesión de elementos, sugerencias y significados superpuestos.
En primer lugar, la relación de mutua necesidad para existir, de amor y odio y lucha constante, nos recuerda a la contraposición del Ying y el Yang, esos conceptos del Taoísmo tan universalizados hoy por hoy. No obstante, también encarnan la visión más cruda de la naturaleza sobre la supervivencia, devorar o ser devorados. Son dos voluntades destinadas a enfrentarse para vivir, y en el coraje por sobrevivir el uno al otro, surge el amor.
Sirven de espejo para las hermanas gemelas, de las que también se ha sugerido una predisposición natural a la lucha a muerte entre demonios gemelos. Ambas se interrogan y descubren sus propios sentimientos mediante la observación del drama de estos hermanos. Logran así profundizar, especialmente Setsuna, en el vínculo que las une.
Por último, hay una cuidada relación con los nombres Kin y Gin, oro y plata, con las perlas. No es la primera vez que veo ese juego de nombres con hermanos, no necesariamente gemelos: Ginro y Kinro de Dr Stone.
A modo de conclusión
Hanyo no Yashahime continúa expandiendo y enriqueciendo su universo de personajes a la par que avanza la trama. En el capítulo 9, se aúnan la continuación de la trama principal con una historia paralela, integrando a la perfección múltiples elementos. El resultado es un capítulo entretenido que nos avisa: el arco avanza cuando menos lo esperamos, porque el destino nos pilla por sorpresa a espectadores y princesas semidemonios por igual.
En el décimo capítulo, ahondamos en la relación fraternal. La historia de Kinka y Ginka es un espejo para Towa y Setsuna, sobre todo, esta última. Además de ello, se nos ofrecen leves pistas sobre las perlas y Sesshomaru. Con todo, el corazón del episodio reside en la profundidad del drama entre estos hermanos que se aman y se odian hasta la muerte. Por cierto, ¿a alguien más le han recordado al origen del avatar en La Leyenda de Korra?